Transhumanismo: ¿ilusión o preocupación?

La inteligencia artificial avanza aceleradamente cada vez en más ámbitos. Recientemente, hemos sido testigos de los debates que ha generado el ChatGPT (Generative Pre-trained Transformer) debido a su capacidad de brindar respuestas detalladas y articuladas, similares a las de un ser humano, acerca de las disciplinas más diversas. Este prototipo de bot de charla ha llamado la atención de académicos, intelectuales y tecnólogos, quienes no pueden aún cuantificar los cambios que provocará su desarrollo y a qué sectores afectará.

Entre los múltiples dilemas de estos avances tecnológicos, se encuentra la relación con el ser humano y su posible pérdida de autonomía. Por ello, BDS+NE invitaron al filósofo Ignacio Pérez Constanzó a brindar una charla sobre Transhumanismo, en la que presentó diferentes posturas acerca de esta corriente, sus antecedentes, las proyecciones y las razones por las cuales es importante abordar el tema en la actualidad.

¿Qué es el Transhumanismo?

Podríamos intentar definirlo como una corriente de pensamiento que sostiene que se puede mejorar la vida actual del ser humano. Es decir, lograr que las personas sean más inteligentes, longevas, fuertes, sanas y pacíficas a través de mejoras tecnológicas como inteligencia artificial, la ingeniería genética y la nanotecnología.

El término fue usado por primera vez por Julian Huxley (evolucionista para quien el hombre se define por su conciencia) en 1957, pero en las últimas décadas tuvo un impulso enorme gracias al avance de las nuevas tecnologías. Entre las variadas y contrapuestas definiciones, ha sido definido como un movimiento científico y filosófico; como una ideología y hasta como algo de moda;  como una utopía, amenaza o incluso como algo disparatado.

En relación con su vínculo con la educación, Pérez Constanzo comentó que no puede obviarse el debate acerca de cómo cambiará la relación enseñanza-aprendizaje a partir del avance acelerado de las nuevas tecnologías: “El futuro siempre fue incierto, pero confiamos en que la investigación producirá, antes o después, progresos en el conocimiento o, al menos, nuevas técnicas que solucionen problemas. La palabra innovación no puede estar ausente en boca de gobernantes, ni en empresas, universidades o escuelas”.

Un debate abierto

Todas las ideas que sirvieron de contenido a películas de ciencia ficción de los últimos 50 años, ahora parecen posibles en un futuro no muy lejano gracias al avance acelerado de las nuevas tecnologías. Tanto es así que incluso en los Estados Unidos hay, desde 2014, un partido político: el Transhumanist Party y, desde 2009,  una universidad: la Singularity University, en Silicon Valley, además de múltiples agrupaciones que conllevan una gran inversión de recursos y tiempo en investigaciones.

¿Cómo cambiará la vida del ser humano con estos descubrimientos? ¿Cuál será el límite o, mejor aún, habrá un límite para estos desarrollos? Son debates abiertos en una sociedad en plena transformación. 

La discusión ética sobre el uso de la inteligencia artificial es de vital importancia debido a las múltiples implicancias que surgen con su creciente adopción en diversos campos. Si bien posee un potencial sin precedentes para mejorar nuestra vida, desde la automatización de tareas hasta la toma de decisiones complejas, la IA también plantea desafíos cruciales en términos de privacidad, seguridad, transparencia y responsabilidad.

Por ello, creemos que es de suma importancia reflexionar sobre los valores y principios fundamentales que queremos que guíen su desarrollo y establecer marcos normativos y legales que regulen su aplicación, para asegurar que se utilice de manera responsable, equitativa y en beneficio de la humanidad.

En este link, podrán leer el artículo completo de Ignacio Pérez Constanzó.

El autor es profesor de filosofía en la Universidad Católica de La Plata y en la Universidad de la República, Uruguay. Estudió en la Universidad de Navarra (España), con estancias de estudio en la Universitat de Barcelona
(España) y en la Ruprecht-Karls-Universität Heidelberg (Alemania)